Yo nada más te pedía cinco minutos de tu vida para que vuelvas a escuchar las estúpidas lagrimas de un estúpida llorona de siempre. Pero sabes que me tenés podrida metete los cinco minutos y tu vida reloj en el medio del orto, y que cages fuego pelotudo. Si al final hace como media hora que hablamos boludeces y todavía no te dije nada de lo que quería decirte...
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